Disfruten la francachela
compartan el regolaje
exhiban su placidez
tan egregios personajes
Nemesio Cabra, Lepprince,
Doctor Sugrañes, Pomponio,
Gurb, comisario Flores,
Miscosillas y Magnolio
María Coral, Prullàs
Vallsigorri, Horacio Dos
¿Es que debiera extenderme?
(Mi prudencia dice: ¡No!)
Pero qué raro es, señores
lo que logra su autor
que es dar un buen repaso
al arte en su concepción
y dar al ingenio un uso
que poco creador usó:
utilizar de otro modo
el ingenio en la ficción
buscar lo que todos buscan
y alguien a veces halló.
Pues el arte, ya sabemos
persigue la reflexión
el símbolo, el retrato
el homenaje al patrón
lisonjear al mecenas
que orgulloso apoquinó
pintarnos la sociedad
reseñar los peores vicios
despertar la admiración
por lo bello y lo bendito
o a los santos implorar
o compulsar testimonios
o ser la posteridad
o llenarse los bolsillos.
¿Por qué no más a menudo
el arte es fundamental?
¿Por qué no busca aquello
que anhela cualquier mortal?
Suena fácil: un resquicio,
un bocado, un pedazo,
un trozo, un adarme, un rato
de simple felicidad.
Pocos son quien la consiguen
con tanto gusto entregar.
¿No se le debe a Mendoza
justa reciprocidad?
Sin ser cursi, ni engolado,
ni pedante, ni engreído
consigue hacernos reír.
¡Falso! Es eso y es más,
mucho más de lo antedicho.
¿Cómo buscar las palabras
que escapan del normal juicio?
¿Cómo no hacerse odioso
con tanto palabrerío?
¿Quién decide dar a luz
a un detective loco
que retoza en lo más bajo
y se expresa en gongorino?
Flor y nata de las letras
es Mendoza y es sabido
que su gran literatura
perdurará por los siglos.
El Cervantes me parece
galardón equitativo
para quien tantas y tantas
veces nos dio tales regocijos.
Y es que también Don Miguel
(no era manco el individuo)
era un imán para musas.
Jugaba muy parecido.